El término bruixa


A mediados del s.XIV las prácticas asociadas a la salud, así como las de la adivinación y la magia amorosa comenzaron a ser temidas por una gran parte de la sociedad rural de la época, cosa que llevaría posteriormente a una persecución que conocemos como la “caza de brujas”.
A estas habilidades la iglesia las consideraba superstición y estaban condenadas desde los inicios de catolicismo, sin embargo, se reafirmaron considerándose como maléficas. La inquisición se encargó de fomentar un recelo popular sobre estas antiguas prácticas -de uso común desde siempre- así como para los practicantes que las llevaban a cabo. La artimaña utilizada fue vincular todos y cada uno de los males naturales -granizos, sequías, enfermedades de los animales, hambre, malas cosechas, epidemias… -a las mujeres que ejercían las prácticas mencionadas con anterioridad. Para crear un mayor temor y desconfianza la iglesia solapó prácticas, practicantes y herejía -cabe señalar que la superstición era herejía hasta el momento- con el concepto de Pacto Diabólico.
La Creación del Diablo.
A finales de la Edad Media existe un cambio de percepción proveniente de la teología cristiana; hasta entonces todo se basaba en la actitud de San Agustín de Hipona, la cual venía a decir que “Todo lo que sucedía era obra de Dios”.
Analizando este pensamiento, todo era gestado por la mano de Dios, lo bueno, pero también lo malo y en este aspecto entrarían: las malas cosechas, enfermedades, epidemias, etc…, y todas las desgracias serían un castigo divino por los pecados cometidos.
En esos tiempos, las practicas citadas aún siendo consideradas de peligrosas no dejarían de ser superstición y con una dudosa efectividad en su resultado, pues de ser así, estarían por encina del poder absoluto de Dios  -y ya hemos referido que eso era meramente impensable hasta el momento.
Con Santo Tomás de Aquino hay un cambio de paradigma, y el mal es directamente asociado a la figura del Diablo, y esta figura puede actuar también en la Tierra como hace Dios,pasando el Mal de ser un concepto etéreo o metafísico a uno real y físico. A partir de este modelo se crearía una guerra entre el Bien y el Mal (dualismo), y por asociación, las Bruixes (brujas) pertenecerían en ese momento al “bando” del Mal.
Las prácticas de la antigua superstición a raíz de aquí tomaron otro rumbo, son un verdadero peligro amparadas por el mismísimo Diablo y no cabe duda de su efectividad y maldad.
La inquisición poco a poco incidió en el pueblo la idea de que las culpables de todas las desgracias y catástrofes eran por medio de estas mujeres, amparadas bajo la protección del Diablo…. y el pueblo ignorante y temeroso acabó por creérselo.
La palabra Bruixa
La palabra bruixa, que pasaría después al Castellano y al Portugués es inexistente antes del s.XV, el término va ligado al propio fenómeno (Caza de Brujas). Anteriormente a este siglo estas mujeres eran conocidas como: hechiceras, sortílegas (de echar las suertes), adivinadoras o conjugadoras (sanar con conjuros). Todos estos apelativos fueron desapareciendo para unificarse en el término Bruixa y según la iglesia, de orden maléfico.
Algunas etimologías de las palabras relacionadas con la brujería*
Aragonés: Bruixa / Broixa – Bruixo – Bruixería
Catalán: Bruixa – Bruixot – Bruixeria
Español: Bruja – Brujo – Brujería
Gallego: Bruxa – Bruxo – Bruxaría
Leonés: Bruxiu / Bruxu – Bruxia / Bruxa – Bruxiería / Bruxería
Occitano: Bruèissa / Broisha – Bruèis / Broish – Brueissariá / Broisheria
Portugués: Bruxa – Bruxo – Bruxaria

Una raíz brux- / bruix- (de donde viene, por evolución fonética, el español moderno bruj-) es común a todas las lenguas latinas habladas en la Península Ibérica, incluido el occitano (aranés). Su origen es desconocido y la mayoría de los estudiosos consideran que viene de una antigua palabra prerromana.
Se han propuesto diferentes etimologías para esta raíz ibérica. Las dos más plausibles son:
Que esté relacionada con el nórdico antiguo brugga “hacer pociones” (de donde viene el inglés brew “elaborar cerveza, preparar el té”).
Que proceda del protocelta (lengua común hablada por todos los celtas antes de la separación en lenguas modernas: irlandés, galés, bretón, etc.) brixta “hechizo” (de donde deriva el nombre de la diosa gala Brixta o Bricta), brixtu “magia”.

Francés: Sorcière (bruja) – Sorcier (brujo) – Sorcellerie (brujería)
Inglés: Sorceress (bruja) – Sorcerer / Sorceror (brujo) – Sorcery (brujería)

Todos estos nombres proceden del francés, que a su vez es una evolución del latín sortiaria, “que echa las suertes” (de sortes “suertes”), lo que hacía referencia a una mujer que se dedicaba a la adivinación.
Para algunos estudiosos de la lengua vasca, la raíz latina sortes estaría también en el origen del vasco Sorgin / Sorginkeria (brujería).
Fuente: Artículo de Juankar Moreno en bruixesvallesmaresme.wordpress.com
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