Muchos investigadores de lo paranormal creen que algunas manifestaciones fantasmales y fenómenos poltergeist (objetos impulsados por una fuerza invisible, misteriosas sombras o sonidos inexplicables) son productos de la mente humana. Esta teoría tendría gran cantidad de explicaciones, como que la mente humana puede convertirse en un portal entre nuestro el “más allá” o incluso que las entidades utilizarían nuestros propios pensamientos para materializarse.
Pero para probar esta idea, un fascinante experimento se llevó a cabo a principios de 1970 por la Sociedad para la Investigación Psíquica de Toronto (TSPR) para comprobar si se podía crear un fantasma con la mente. La idea era reunir a un grupo de personas para recrear a un personaje completamente ficticio y luego, a través de sesiones de espiritismo, ver si podían ponerse en contacto con él, recibir mensajes y otros fenómenos físicos, incluso tal vez materializarlo en forma de aparición.
La historia de Philip Aylesford
El TSPR, bajo la dirección del Dr. A.R.G. Owen, reunió a un grupo de ocho personas seleccionadas de sus miembros, ninguno de los cuales afirmó tener capacidades psíquicas. El grupo, que llegó a ser conocido como el grupo Owen, estaba formado por la esposa del Dr. Owen, una mujer que fue la ex presidenta de una organización para personas con alto coeficiente intelectual, un diseñador industrial, un contable, un ama de casa y un estudiante de sociología. Un psicólogo llamado Dr. Joel Whitton también asistió a muchas de las sesiones del grupo en calidad de observador.
Crearon la historia del supuesto fantasma, un noble inglés del siglo XVII llamado Philip Aylesford. Aunque estaba casado, había conocido y se había enamorado de una chica gitana con la cual tenía relaciones extramatrimoniales en una cabaña cerca de su castillo. Por desgracia, la esposa de Philip se enteró del apasionado romance y tomó medidas para que la chica de raza gitana fuera tratada como una bruja. Fue juzgada por brujería, y aunque Felipe podría haber intervenido en cualquier momento para salvar la vida de la chica, la vergüenza le impedía hacerlo. Al final, la chica fue declarada culpable de brujería y quemada en la hoguera. Atormentado por la culpa, Philip caminó hasta la torre de su castillo y, finalmente, se tiró ante su desesperación.
Sesiones de espiritismo
Después de haber recreado la historia de Philip, el grupo Owen incluso esbozaron un retrato de su noble ingles. Con la vida y la apariencia firmemente establecida en sus mentes, el grupo comenzó la segunda fase del experimento: el contacto.
En septiembre de 1972, el grupo comenzó “las sesiones”, reuniones informales en que discutían la vida de Philip, meditando sobre él y tratando de visualizar una “imagen colectiva” con todos los detalle. Estas sesiones se celebraban en una habitación totalmente iluminada, las cuales se prolongaron hasta cerca de un año, pero sin resultados. Algunos miembros del grupo afirmaron ocasionalmente sentir una presencia en la habitación, pero no tenían pruebas que fuera el resultado de la comunicación con Philip.
Así que cambiaron de táctica. El grupo decidió que podría tener mejores resultados si intentaban reproducir la atmósfera de una clásica sesión espiritista. Apagaron las luces de la sala, se sentaron alrededor de una mesa, y todo esto rodeados de imágenes de un castillo en el cual hubiera vivido Philip, así como objetos de esa época.
Una noche durante una de sus sesiones de espiritismo, el grupo recibió la primera comunicación de Philip en forma de golpes sobre la mesa. Pronto Philip respondería a las preguntas formuladas por el grupo, un golpe para decir sí y dos para no. Sabían que era Philip porque se le preguntaron.
Las sesiones iban a más, produciéndose fenómenos que no se podían explicar científicamente. A través de la comunicación de los golpes de la mesa, el grupo fue capaz de aprender mucho más detalles sobre la vida de Philip. Incluso parecía mostrar una personalidad, transmitiendo sus gustos y disgustos, y sus fuertes puntos de vista sobre diversos temas, por la forma de sus golpes en la mesa. Su “espíritu” también fue capaz de mover la mesa, deslizándola de lado a lado a pesar de que el suelo estaba cubierto con una moqueta gruesa.
El poder Philip
Entonces Philip era un verdadero fantasma creado por la mente colectiva. Ya que a pesar de que podía responder con precisión a las preguntas acerca de eventos y las personas de su tiempo, no parecía ser una información que el grupo desconociera. En otras palabras, las respuestas de Philip parecían venir de sus propias mentes. Incluso algunos miembros creyeron oír susurros en respuesta a las preguntas, pero no fue capturada ninguna voz en grabaciones de audio.
Sin embargo, Philip creaba verdaderos poltergeists. Si el grupo pedía a Philip que apagara las luces, se apagaban al instante. Cuando se le pedía que las volviera a encender, se enciendan completamente solas. Y así con diversas pruebas que demostraban que Philip era un verdadero fantasma creado por las mentes de un colectivo. Fue tal el éxito del experimento que decidieron llevar a cabo una sesión de espiritismo ante un público de 50 personas. La sesión fue filmada como parte de un documental para la televisión.
Muy a lo contrario de lo que pensaban los presentes, Philip se mostró en forma de fenómenos inexplicables, como extraños golpes en la mesa, misteriosos ruidos por toda la habitación y el parpadeo de las luces, todo esto antes de que el grupo lograra alcanzar una levitación completa de la mesa. Se alzó sólo un centímetro por encima del suelo, pero esta increíble hazaña fue presenciada por el grupo, los presentes y el equipo de filmación. Por desgracia, la tenue iluminación impidió que la levitación fuera grabada en video.
Pero aunque el experimento parecía haber sido todo un éxito, la realidad es que nunca fueron capaces de lograr uno de sus objetivos, llegara a materializar el espíritu.
Otros experimentos parecidos
El experimento Philip tuvo tanto éxito que la organización de Toronto decidió intentarlo de nuevo con un grupo completamente diferente de personas y con un nuevo personaje de ficción. Después de sólo cinco semanas, el nuevo grupo estableció “contacto” con su nuevo “fantasma”, Lilith, un espía canadiense. Hubo otros experimentos similares con entidades como Sebastian, un alquimista medieval e incluso Axel, un hombre del futuro. Todos ellos eran completamente ficticios, pero en todos los casos llegaron a comunicarse con éxito.
La conclusión
Si bien hay quienes dicen que no hay pruebas que demuestren la existencia de los fantasmas, otros están seguros que nuestro inconsciente podría ser responsable de este tipo de fenómenos solo en algunas ocasiones. Otro punto de vista es que a pesar de que Philip era un personaje ficticio, el grupo Owen realmente hizo contacto con algún espíritu. La entidad (tal vez demoníaca) se aparecía en las sesiones de espiritismo y actuaba como Philip, produciendo los extraordinarios fenómenos.
En cualquier caso, los experimentos demostraron que los fenómenos paranormales son muy reales. Y como en la mayoría de estas investigaciones, nos dejan con más preguntas que respuestas sobre el mundo en que vivimos. La única conclusión segura es que hay muchos fenómenos que no tiene explicación.
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