Según relatan las más antiguas crónicas, la historia de esta prenda se remite a 1849, en la ciudad de Altoona, Pennsylvania, Estados Unidos.
Anna Baker, una hermosa y rica joven de la alta sociedad local, se había enamorado en secreto de un joven trabajador que laboraba en los hornos de fundición de hierro de la ciudad, con el cual había hecho incluso planes de boda.
La joven, de hecho, pretendía casarse en secreto y había mandado a hacer un primoroso vestido de novia.
Sin embargo, este romance no tenía ningún futuro. El novio de Anna Baker no sólo era pobre sino que el padre de la muchacha era Elias Baker, un millonario magnate de la industria del hierro, quien, al enterarse del idilio y valiéndose de sus poderosas influencias, logró que despidieran al joven de su trabajo y lo desterraran de la ciudad.
Sin embargo, este romance no tenía ningún futuro. El novio de Anna Baker no sólo era pobre sino que el padre de la muchacha era Elias Baker, un millonario magnate de la industria del hierro, quien, al enterarse del idilio y valiéndose de sus poderosas influencias, logró que despidieran al joven de su trabajo y lo desterraran de la ciudad.
Anna quedó devastada con la noticia y condenada a vivir una vida de soltería, pues después que alejaron por la fuerza a su novio, prometió que nunca volvería a casarse, promesa que cumplió con creces pues se transformó en una amarga solterona hasta el día de su muerte.
Después de la muerte de Anna, su vestido de novia fue a parar a manos de Elizabeth Dysart, otra mujer rica, que llevó el vestido en su lugar cuando contrajo matrimonio. Posteriormente, el vestido pasó por manos de varios aristócratas antes de volver a la mansión de los Baker y terminar finalmente convertido en una pieza de museo.
La razón por la cual el vestido fue conservado por tantas personas radicó en que se aseguraba que, durante algunas noches, el vestido supuestamente comenzaba a moverse por sí solo, como si alguien invisible se probara el atuendo para saber si le quedaba bien.
En la actualidad, el vestido de Anna Baker permanece en una caja de vidrio en el museo histórico del condado de Blair, en Pennsylvania, y no son pocos los visitantes que aseguran que el vestido se sigue moviendo por su cuenta, especialmente en las noches de luna llena.
Los más escépticos aseguran que la histórica prenda se mueve por el viento o corrientes imperceptibles de aire (como si estas corrientes pudieran penetrar dentro de una caja de cristal), pero los que conocen los detalles de esta historia afirman que es la misma Anna Baker, la misma que renunció a la felicidad marital por culpa de su padre, la que se sigue probando el vestido desde el más allá.
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