Aunque sea difícil de imaginarlo ahora, la playa chica de -la hoy populosa- Cartagena tiene un pasado esplendoroso y aristocrático.
En ese lugar está emplazada la iglesia. En ruinas. Como si la hubiesen construido así. Como si fuera el esqueleto de un Leviatán inmenso.
No han faltado los esfuerzos por reconstruirla y devolverle el antiguo esplendor de los años mozos, sin embargo, si tomamos las leyendas que cuentan los lugareños por ciertas, eso será imposible ya que las fuerzas extrañas que habitan en ella la llevan a la autodestrucción o a la combustión por cada vez que se ha intentado repararla.
El pacto rindió sus frutos y las hermanas tuvieron en sus días venideros muy buena fortuna, hasta que llegó el momento del embargo atroz de las almas. Pero las hermanas cayeron en pánico (Y es que claro, el alma en la pobreza no es lo mismo que después de haber disfrutado los placeres de la vida) y decidieron hacer lo que estuviera a su alcance para no pagar la deuda.
Fue construida en calle La Marina 248 a principios del siglo XX, sobre un terreno en el que anteriormente se había levantado una capilla que fue propiedad de doña Carmen Ruiz-Tagle de Mena, según la investigación de José Ortega Fuentes, oriundo de Cartagena.
Entre los mitos que alberga la Iglesia del Niño Jesús se encuentra el de Eugenio Berguesio. Un sujeto al cual la ludopatía lo arrastró a la ruina y, agobiado por las deudas, no se le ocurrió una mejor idea que hacer un pacto con el Mandinga para que le otorgara la fortuna que necesitaba.
Imagen antigua del templo, tomada del documento "Algunos datos históricos de Cartagena", de Luis Arratia Montalva. |
El diablo le concedió los favores que pidió Eugenio, pero a cambio, debía usar parte de esa fortuna para construirle una iglesia cristiana-católica y no una cualquiera, sino una iglesia con un detalle muy intrigante: esta debía carecer de techo.
Esto explica por qué esta iglesia tiene dicho aspecto y cada vez que se hizo algún intento de techarla, no faltó incendio o terremoto que la dejara en su condición original.
Sin embargo, esta historia no es la única que versa sobre pactos con el diablo. Hay otra historia anclada a la iglesia, pero esta vez las protagonistas son dos hermanas que, poco favorecidas por el destino, quisieron escapar de la pobreza. Sin embargo,como no tenían capital para iniciar un negocio, pusieron a la venta sus almas y es sabido que el diablo y sus huestes tienen el duopolio (junto a dios) de la demanda.
El pacto rindió sus frutos y las hermanas tuvieron en sus días venideros muy buena fortuna, hasta que llegó el momento del embargo atroz de las almas. Pero las hermanas cayeron en pánico (Y es que claro, el alma en la pobreza no es lo mismo que después de haber disfrutado los placeres de la vida) y decidieron hacer lo que estuviera a su alcance para no pagar la deuda.
Con el objetivo de escapar del eterno infortunio recurrieron a un sacerdote. Le contaron lo que habían hecho y pidieron auxilio para salvar sus espíritus.
El sacerdote, dentro de sus divagaciones humanas sobre lo divino, les aconsejó que destinaran todo el dinero que consiguieron por malas artes a la gloria de Dios y les indicó que la mejor y más efectiva forma de hacerlo era construyendo una iglesia, y así lo hicieron.
De esta forma se explica también el origen de la Iglesia del Niño Jesús. Pero cuenta la historia que en realidad, lejos de espantar al Diablo, esta acción lo enfureció y partió, como procurador de banco, a cobrar la deuda de las hermanas.
Ellas sabían que el Diablo no puede entrar a los templos sagrados y por eso, corrieron hasta el altar mayor de la iglesia que construyeron. Pero como dice el refrán, más sabe el diablo por viejo que por diablo y sabiamente, para no entrar, le arrancó el techo a la iglesia. Las hermanas quedaron entonces expuestas a la merced del Diablo que, sin misericordia alguna las condenó a vivir eternamente errantes como lechuzas.
Pero eso no aplacó su ira y maldijo también al edificio condenándolo a carecer de techumbre para siempre. Esto explicaría por qué se incendia la iglesia cada vez que intentan repararla. Son las llamas del infierno las que combustionan la construcción para cumplir con el mandato de Satanás, recordándonos constantemente que no se pueden eludir las deudas con el inframundo.
Otra imagen de época con el entorno de Playa Chica y la iglesia atrás, publicada en el blog "La Iglesia del Diablo". |
Es así como la Iglesia del Niño Jesús pasó a ser popularmente conocida como La Iglesia del Diablo o La Iglesia Maldita de Cartagena. Seguramente el mito también ha desalentado cualquier intención de reconstrucción en el corto plazo.
Sin embargo, la verdadera historia, lejos del mito, nada tiene que ver con pactos ni maldiciones.
Aunque la iglesia pudo ser construida originalmente en 1890 según los planos del arquitecto italiano Ignacio Cremonesi, su inauguración fue celebrada el 2 de febrero de 1900 por el arzobispo Mariano Casanova, quien era miembro de la buena familia de doña Carmen.
Tenía hermosas líneas neorrománicas con evocaciones góticas muy sencillas de arcos. En su fachada contaba con cuatro torres chapiteles y además contaba con una gran torre-campanario que aparece en los planos pero que nunca llegó a ser construida.
Eso es casi todo lo que se sabe de ella, ya que la mayor parte de la documentación, salvo algunos datos de conservación de bienes raíces, se ha perdido irremediablemente lo que, ciertamente ha propiciado la proliferación de leyendas y mitos sobre la historia del templo que ahora está reducido a ruinas.
Según entiendo, la iglesia quedó inhabilitada por allá por los locos años setentas.
Sin embargo, no deja de llamar la atención la resistencia de esta iglesia que ha sido testigo de tantos desastres como el terremoto del 27F de 2010.
Además de la fachada y los murallones laterales, se mantiene aun en pie el muro trasero, con una gran cruz empotrada en el mismo, entre el ángulo de las antiguas dos aguas del techo perdido. Allí es donde aparecen el par de lechuzas eternas, sobre todo en las noches de tormenta.
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