En 2007 la figura de Anna Göldin fue reivindicada e incluso se le ha dedicado un museo. Conozcamos la terrorífica historia de Anna Göldin, la última bruja de Europa
La terrorífica historia de Anna Göldin, la última bruja de Europa
Anna nació en Senwal, Suiza en 1734, era una mujer analfabeta que se ganaba la vida trabajando como sirvienta.
Se sabe que era una mujer alta y de buen porte, de pelo y ojos oscuros que contrastaban con una tez sonrosada.
En 1765 llegó a Glaris, un pequeño cantón suizo en busca de trabajo. Sirvió en varias casas y finalmente recabó en la vivienda de un magistrado, que se estaba introduciendo en la política, llamado Jakob Tschudi.
En casa de los Tschudi es donde fue denunciada por bruja. Se la acusó de haber intentado envenenar a la segunda hija del matrimonio Tschudi, que en aquel momento tenía 8 años.
Decían que le había puesto alfileres en la leche y en el pan y por eso la habían echado de la casa. En venganza, había practicado magia negra con la niña, que enfermó con convulsiones y había vomitado alfileres.
Detenida Anne, la niña empezó a mejorar. Este hecho se consideró una prueba contra ella.
Otra de las pruebas fue la declaración de la propia niña que afirmó que Anne Göldin le había dado un dulce diciéndole que no le dijera nada a sus padres.
Se la sometió a sesiones de tortura hasta que confesó ser una bruja y que las agujas se las había proporcionado el propio diablo.
Llevada ante el tribunal se retractó de su confesión bajo tortura declarándose inocente. Fue de nuevo torturada hasta que volvió a inculparse.
A las dos semanas se la decapitó, era el 18 de junio de 1782.
Anuncio de búsqueda y captura de Anne Göldin publicado en la prensa local en 1782 |
El hecho de que el catón de Glaris sea pequeño y quedara aislado de los grandes acontecimientos europeos no justifica que sus habitantes siguieran creyendo en brujas. Es más, la prensa del momento ocultó a la opinión pública que la condena hubiese sido por brujería y se habló de envenenamiento.
Un periodista local, Walter Hauser, que ha estudiado a fondo los papeles del proceso, cree que en realidad se trató de un asesinato encubierto.
Según él, Anna Göldlin era amante de Jakob Tschudi, éste rompió la relación y la despidió.
La mujer lo amenazó con denunciarlo como adúltero, cosa que hubiera acabado con su incipiente carrera política y con su reputación. La mejor solución para mantenerla callada era acusarla de brujería, hacer que la condenasen y acabar con su vida de una forma legal. Lamentablemente, lo consiguió.
En 2007, en el cantón de Glaris se abrió un museo dedicado a reivindicar la memoria de Anne Göldin, injustamente condenada, y conocida como la última bruja de Europa.
Fuentes consultadas
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