Numerosos fueron los sucesos paranormales que se reportaron en este tétrico inmueble. Se dice que un hecho de sangre habría dejado en el lugar varias almas en pena.
Cualquier santiaguino de mediana edad tiene un vívido recuerdo de ella. Los transeúntes o automovilistas que viajaban por Avenida Grecia rumbo al oriente no podían evitar toparse con esta siniestra casona abandonada de tres pisos, rematada por una llamativa cúpula, ubicada en la intersección de Av. Grecia con San Eugenio, y a la que todo el mundo llamaba “la casa embrujada de Ñuñoa”.
El inmueble gozaba de triste fama porque a su alrededor se tejieron numerosas historias de terror. Los vecinos, por lo menos, aseguraban que en su interior se encendían faroles en medio de la noche, se veían siluetas misteriosas, o se escuchaban lamentos, crujidos o ruidos de portazos en la torre.
Pero, pese a su aspecto tétrico, los vidrios rotos en las ventanas y el tono macilento de los muros, el origen de la vivienda, que tenía 30 habitaciones, 5 cocinas y 7 baños, no tuvo en principio nada de paranormal. Fue construida en 1915 por la familia Suárez Mujica sobre un terreno de mil 600 metros cuadrados. Su última moradora fue doña Elvira Suárez de Mujica, nieta del primer propietario de la mansión y que falleció en 1997, dejando la propiedad a manos de sus siete hijos, que la vendieron sólo el año 2005, pues muchos de los potenciales compradores se arrepentían debido a los desfavorables comentarios que recaían sobre la mansión.
Historia de sangre y asesinatos
Con respecto al origen de la tétrica fama de la casa, el cronista Miguel Laborde escribió en una de sus columnas que uno de sus antiguos dueños se enamoró de una criada, “la que habría sido envenenada por la esposa. Desde entonces, la joven penaría de una en otra por las 30 habitaciones; incluso sentándose a los pies de las camas, deseosa de contar su desgracia”.
Otra variación de la historia asegura que el antiguo dueño de casa no sólo tuvo amoríos con su empleada, sino que ambos habrían tenido un hijo. Cuando la celosa esposa se enteró del hecho, envenenó al niño y a la mujer. El hombre, al enterarse de esto, mató a su esposa para luego suicidarse él. Las atormentadas almas en pena de estas personas serían, entonces, las responsables de los sucesos insólitos que ocurrían en la vieja casona.
Como sea que fuere, en la madrugada del 2 de agosto de 2005, la casa ardió inexplicablemente. Los vecinos cuentan que mientras 10 compañías de Bomberos intentaban aplacar el fuego, uno de los bomberos dirigió un chorro de agua hacia la cúpula, que había comenzado a quemarse. En ese instante, aseguran, habrían aparecido tres cruces que se dibujaron en uno de los muros que la sostenían.
En el lugar, posteriormente, comenzó la construcción de un centro comercial, que tampoco escapó a la “influencia” de la antigua casa. Varios trabajadores renunciaron después que aseguraran que mientras trabajaban en la losa del segundo piso, sentían que alguien los empujaba, pero al voltearse se daban cuenta que no había nadie en el lugar.
Algunos vecinos dicen ahora que se sienten más tranquilos sabiendo que hay un centro comercial en el lugar, pero otros aseguran que pese a que la casona ya no existe, los fantasmas de las almas en pena todavía siguen rondando por allí.
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