También llamada “Isla de la Astilla”, la isla de Pedrosa es una de las islas más grandes de Cantabria. Tiene una extensión de 1613 hectáreas, de las que 968 corresponden a la isla y 645 a tierra firme. En la actualidad está unida a tierra por un puente construido en 1966.
En 1834 la Junta de Comercio de Santander inició los trámites para convertir Pedrosa en un lazareto en el que alojar a los tripulantes de buques afectados por enfermedades tropicales. La mayoría tenían lepra y se les abandonaba allí hasta que morían, sin ninguna atención médica.
Empieza a funcionar en 1869 y se mantiene hasta 1914. Este año pasa a ser Sanatorio Marítimo Nacional para el tratamiento de la tuberculosis y llega a tener 600 camas hasta que finalmente en 1989 cierra sus puertas.
Poco después volvió a abrir como comunidad terapéutica dedicada a la rehabilitación de drogodependientes. La Consejería de Sanidad lo sigue utilizando con este fin y actualmente solo se puede acceder a uno de los pabellones del sanatorio hasta las 22.00. Actualmente a la isla sólo pueden entrar los vehículos autorizados, pero son muchos quienes van andando.
En el jardín del sanatorio marítimo se pueden apreciar dos esculturas: una dedicada a Manuel Martín de Salazar, director general de Sanidad del Estado, y otra en memoria de Víctor Meana Negrete, uno de los directores más influyentes del sanatorio.
El grupo ICOA de investigación paranormal pasó dos noches en el edificio para registrar pruebas gráficas de los fenómenos. La escritora Anita Lauda, afirma que hay espíritus en el pabellón abandonado.
La americana Anita Lauda, autora de las obras ‘Al final de la espiral’ y ‘San Sebastián de Garabandal: tesoros arqueológicos y etnográficos’, creó el colectivo de Investigadores Contacto Oculto Asociados (ICOA) para buscar y analizar todo tipo de fenómenos paranormales: casas encantadas, avistamientos de ovnis, energías, etc. Su último descubrimiento han sido «los fantasmas que habitan los pabellones abandonados de la isla de Pedrosa», en Pontejos.
La aventura comenzó cuando la fotógrafa del grupo, «que es sensitiva», se acercó a la isla para hacer unas fotos. Anita Lauda explica que, una vez allí, su compañera empezó a tener una sensación extraña, que no le gustaba, «como si corriera una energía rara». Cuando habló a los miembros de ICOA sobre su experiencia, el grupo decidió acudir una noche a Pedrosa para investigar de dónde emanaba esa energía.
«Lo primero que vimos cuando entramos en uno de los pabellones abandonados fueron fantasmas de niños y ‘camitas’ muy pequeñas que no sabía ni que existían», explica Lauda, que desde su nacimiento ha vivido experiencias sensitivas.
A la noche siguiente, un grupo de siete personas regresó al pabellón abandonado para intentar comunicarse con los espíritus. «Hicimos una ‘ouija’ pero no funcionó. Sin embargo, antes de empezar, un compañero del grupo puso una canción en el móvil -una versión de ‘Every breathe you take’ entonada por un coro infantil- y mientras sonaba, comenzó a oírse un tropel de gente bajando por las escaleras del edificio. Eran los fantasmas de unos niños, vestidos con ropa antigua, acompañados por una mujer que parecía una enfermera», cuenta Lauda. «Aquello lo vimos los siete. Los que son sensitivos y los que no».
Los miembros de ICOA sacaron centenares de fotografías durante sus dos noches en el edificio abandonado de Pedrosa. Anita Lauda señala en ellas esferas de energía, fantasmas y psicografías. «Lo que me hiela la sangre es un fantasma que porta un hacha enorme y parece un verdugo», explica la autora de ‘Al final de la espiral’ obra en la que se analizan los fenómenos del palacio de los condes de Albox, en Limpias.
La tercera vez que se acercaron al pabellón se lo encontraron vallado, cuenta Anita Lauda. «Tengo entendido que lo quieren recuperar, pero cuidado con lo que pueda pasar porque van a tener incidentes; eso lo tengo muy claro», augura.
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