Originariamente fue el Dios Sol en la región asiria de Sefarvaïm; aunque después -no sin razón ya que se quemaban niños como ofrendas en su honor- terminó por ser transformando en un demonio por la tracidión judeo-cristiana, al que la imaginación de los demonólogos asignó el rol de Presidente del Alto Consejo de Los Diablos, además de Intendente del Guardarropa de Satán.
En la interpretación cabalística, Adramelech ocupa la octava sefirot maligna del Árbol de La Muerte (las sefirot malignas se forman del desequilibrio de las sefirot benignas o emanaciones de Dios).
Por último, se le representa como mula con torso humano y cola de pavo real.
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