No hay nada más aterrador que una habitación llena de muñecas colgadas mirándote desde las paredes, con esos ojos de cristal que parecen estar vigilándote. Imagínate lo terrorífico que puede ser, entonces, una isla llena de ellas: La Isla de las Muñecas.
A 20 kilómetros al sur del centro del Distrito Federal se encuentra Xochimilco, el lugar en el que se encuentra la Isla de las Muñecas y donde vivió hasta el 2001 Julián Santana Barrera, el señor de las muñecas. Hoy, la chinampa (casa) de Don Julián ha sido convertida en lugar eco-turístico. Un lugar plagado de muñecas atadas con alambres a los muros, los árboles, colgadas en los árboles y en cualquier rincón. Podría decirse que el espíritu de las muñecas penetra cada rincón de la isla. Quizá un lugar terrorífico, pues cuentan los lugareños que Don Julián no ha muerto, sino que se lo ha llevado "la sirena."
El señor Julián Santana Barrera, nativo del Barrio de la Asunción , fue un personaje muy pintoresco. Según el cronista de la Delegación de Xochimilco, el Profesor Sebastián Flores Farfán: “En los años 50 me tocó conocerlo y convivir con él, pues en esa época el señor asistía a la Pulquería Los Cuates ubicada en la Plazuela de La Asunción. Yo era el hijo del jicarero y el señor Julián comenzó a hablarme porque yo lo atendía. Entre la gente del barrio era conocido con el mote (sobrenombre) de La Coquita (pajarito abado que existe en la zona chinampera), debido a que ese pájaro era muy pequeñito. Él pasaba con su carretilla llena de verduras y hortalizas que él cultivaba, las llevaba a vender al tianguis (lo que nosotros conocemos como ferias de barrio) de Xochimilco y siempre iba con su calzón blanco amarrado hacia las rodillas y con un jorongo. Al término de sus ventas se iba a Los Cuates a tomar su pulque, pero a nadie de los presentes en la pulquería les hablaba, ya que era muy retraído, aunque después le dio por andar en los Barrios pregonando la palabra de Jesús y en cada esquina se ponía a rezar y a hablar de Dios”.
La última vez que se le vio por el pueblo, fue recogiendo muñecas viejas de la basura y nunca más se le volvió a ver hasta que se realizó el rescate ecológico de Xochimilco en los años 90, ya que el lago estaba totalmente cubierto de Lirio Acuático. Llamó la atención, entonces, una cabaña rodeada de muñecas en una zona donde nadie vivía. Esa cabaña era el lugar donde vivía Julián como un ermitaño.
Su sobrino Anastasio relató que, de acuerdo con lo que les contaba su tío, un día en el canal frente a su cabaña una joven se ahogó enredada entre los lirios y desde entonces se oían voces, pasos y lamentos de mujer, por lo que se le ocurrió protegerse con muñecas. Colocó alambre a lo largo y ancho de las orillas de la cabaña y de ahí las colgó: del cuello, de la mano, de donde se pudiera, pero siempre vigilantes.
El decía que estaban allí para ahuyentar a los malos espíritus y para que se dieran mejor sus cosechas. Decía que las muñecas aparecían de repente y que ellas lo acompañaban por las noches .
Tenía una muñeca preferida que era La Moneca, de todas las chozas que tenía, siempre la trasladaba de una a otra. Una de las chozas estaba llena de mulitas que él hacía con hojas de maíz y las tenía colgando, también tenía cruces que hacía con pedazos de madera de ahuejote, recortes y fotografías de personajes de la política, delegados de Xochimilco, artistas, estudiantes y gente que lo iba a visitar.
Su cocina estaba al aire libre y tenía alrededor, colgadas carpas secas que pescaba frente a su cabaña, así como recortes de periódicos que los periodistas le regalaban de los reportajes que le hacían.
Entre las personas que se encargaban de cuidarlo estaban su hermana y su sobrino “El Chope”, quien era el encargado de llevarle diariamente su comida y su desayuno. También era el que bajaba a Xochimilco a vender los cultivos de su tío Don Julián.
Julián fallecería el 17 de abril de 2001 con 80 años de edad.
Después de vigilar sus cultivos se fue a pescar y a la vuelta le comentó a su sobrino que "la sirena" (como llamaba a la niña que se había ahogado en el lugar) le había estado llamando por que se lo quería llevar y entonces le dijo que le iba a cantar para que no se lo llevara, porque al parecer anteriormente ya le había comentado su tío que cantándole, la sirena no se lo llevaba y le dijo su sobrino que tuviera cuidado. Mientras Julián iba a cantar a la sirena su sobrino se fue a ordeñar las vacas y a su regreso con la leche, descubrió a su tío ahogado cerca del lugar en donde se ahogó la joven que motivó la recogida de tantas muñecas.
Hay una advertencia -refieren los lugareños- “hay de aquel que venga a Xochimilco y no visite la chinampa de Don Julián, el señor de las muñecas, ya que seguramente el espanto lo espantará”..
Lo cierto es que a día de hoy sólo el viento juega con las muñecas en la misteriosa Isla de las Muñecas.
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